Día de Difuntos: Ecuador se entrega a la colada morada y las guaguas de pan



Hablar de Colada Morada o del 2 de noviembre para los ecuatorianos encierra un mismo simbolismo: los difuntos. Se trata de una de las celebraciones más arraigadas y exclusivas de la cultura ecuatoriana.

Para muchos es una celebración prehispánica; para otros, hispánica y algunos casos se dice que es el claro ejemplo del sincretismo religioso.
En el período prehispánico los difuntos ocupaban un lugar importante en las creencias de los grupos humanos, las investigaciones arqueológicas han demostrado que los antepasados creían en el más allá y que establecieron una posible relación entre las personas y los seres del "otro mundo". En la época de la Audiencia de Quito se introduce un nuevo elemento en torno a los difuntos: la teología Católica, lo que da como resultado una mezcla de lo prehispánico, con lo hispánico, de ahí que la celebración del día de los difuntos tenga rasgos culturales compartidos.

El cementerio se convierte en este día en el lugar preferido para visitar a los difuntos. En las áreas rurales como donde nos encontramos, donde los cambios culturales son más lentos, la gente lleva a la tumba de sus antepasados colada morada y guaguas de pan. Allí todos comparten no solo la comida sino también las novedades e inquietudes de la familia, es decir, le ponen al difunto al día sobre los acontecimientos ocurridos desde su partida o desde la última vez que lo visitaron. El dos de noviembre sigue siendo para muchos un verdadero reencuentro con los antepasados.




Entre los indígenas la celebración es diferente, aunque también consumen la colada morada y las guaguas de pan. La diferencia de la celebración es que los indígenas llevan todos sus alimentos para ingerirlos en el cementerio, lugar donde se encuentran enterrados los seres queridos. Entre los indígenas hay la idea de que la muerte es una transformación, no un desaparecer, por tal motivo ellos llevan la comida para comer junto a los difuntos.

Esta costumbre prehispánica sobrevive en el presente y es parte del Patrimonio Cultural Material e Inmaterial del Ecuador. Hay que saber distinguir estos dos elementos, lo material e inmaterial, que están contenidos, en este caso, en la comida: lo tangible están en el empleo de mortiños, sangoroche, piña, maíz negro, para la colada morada (es una referente de la sangre); y lo intangible está en la práctica y significado de elaborar y brindar esta colada (la sangre a los muertos).

Fuente EcuaWorld


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Protocolo en los entierros de la sierra, con su Novena y Lavatorio o Píchica

Las pampas empedradas de Opoluca y sus piedras con canaletas



Pampas empedradas
Ya llevaba tiempo invitándonos a conocer nuestro amigo Eduardo Alejandro Lalangui (presidente de la Junta de Aguas de Sauce) las extrañas piedras que había visto en el sector de Opoluca, y hoy por fin sacamos tiempo para acompañarlo. Nunca imaginábamos los grandiosos paisajes que nos obsequió la zona.

Bajando por la entrada de Sauce, todo por sendero de tercer orden, el paisaje se convierte en un árido casi extremo, como la mayoría del Valle de Playas en épocas duras de sequía como en la que nos encontramos.
La pequeña ermita, aislada en el intenso calor, da la alerta de llegada a un recóndito paisaje para continuar hasta las “minas de afiladeros”, una ladera proveedora de piedras válidas para afilar diferentes herramientas.

Iglesia convertida en pinacoteca en Catacocha



En el popular sector de “El Pino” de la cabecera cantonal de Paltas, la Iglesia de Lourdes sobresale como principal atractivo para visitar sin apenas descubrir su interior. Administrada por los Hermanos Maristas desde hace 10 años, su reforma la convirtió posiblemente en uno de los mayores atractivos turísticos y culturales de la ciudad por su buen gusto como base principal, pero sobre todo por convertirla en una gran pinacoteca, donde residen copias de las grandes obras religiosas de los maestros más reconocidos.

Durante su estancia en nuestro cantón, el hermano José Macho Gómez (d.e.p), fue alimentando su afición pictórica reproduciendo las grandes obras que lo apasionaban, plasmando sobre lienzo una y otra sin descanso.
El hermano Tiziano Cagigal (palentino residente en Ecuador durante 48 años), nos explicó paso a paso el arduo trabajo de reconstrucción de la iglesia y el amor que se puso en una terminación deslumbrante con varias clases de madera que ultiman su techada, ofreciendo una imagen solemne nada más cruzar el umbral del portón de entrada.




Después de un tiempo con la iglesia reformada se decidió exponer las fabulosas obras realizadas y convertirla en una Iglesia-Museo, dándole cabida a las reproducciones que abarcan los grandes pintores del ámbito religioso, con obras de Dalí, Rembrant, Raffael, Hoffman, Murillo, Velazquez, El Greco, Rubens, Tizziano, Botticelli, Correggio y por supuesto mi admirado Leonardo Da Vinci.

La Virgen de las rocas, El Hijo Prodigo, La Cena de Dalí, Coronación de espinas, La Virgen Sixtina, La Cena de Da Vinci... un gran compendio de obras que a falta de poder visitar las originales en sus lugares oficiales de residencia, son unas muy logradas reproducciones que merece la pena visitar, sobre todo por el gran respeto con las que se exponen y el cuidado en su mantenimiento, algo que deberíamos enfatizar en una zona donde el concepto "conservar y promover el arte" es totalmente inexistente.

Despidiéndonos del hermano Tiziano nos llevamos la gran sorpresa. El prebisterio o Altar Mayor la preside una pintura de la desconocida Virgen del Pisaca, creada por nuestro mismo interlocutor hace 7 años. Una pintura al fresco de 6,30 x 6 metros que pone el remate a uno de los lugares que posiblemente mas frecuento. Estar rodeado de arte alimenta mi alma de esponja y si es con la grata y encantadora conversación del hermano Tiziano mejor…



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Cancionero Infantil, jugando y aprendiendo

Vilcabamba, vivir 100 años es posible




Vivir 100 años es posible, especialmente para los habitantes de Vilcabamba. Este pueblito, ubicado a 41 km al sudeste de Loja y a 1500 m.s.n.m., ostenta varios mitos que le dan una mística especial: entre ellos, que sus habitantes son los más longevos del mundo y que algunos han superado los 120 años de vida. A pesar de que muchos niegan lo que los folletos turísticos afirman, es imposible no sentir curiosidad por la gente que envejece (o se rejuvenece) en este valle escondido." (Universidad Maimónidies)

Todo comenzó en 1970 y se acentuó en las últimas décadas. El investigador Víctor Carpio dice que los primeros estudios sobre esas bondades en enfermedades cardiovasculares originaron el arribo de extranjeros.

En 1969, en el gobierno de José María Velasco Ibarra, se organizó la primera misión científica liderada por Miguel Salvador. Este grupo se sorprendió por la longevidad de sus habitantes. Por la gran cantidad de personas que sobrepasaba los 100 años se planteó otro estudio, dice Carpio. Los resultados se difundieron a escala mundial. También, hubo apoyo de investigadores de Europa y Estados Unidos, indica.




La visita del comediante mexicano Mario Moreno ‘Cantinflas’ en 1970 fue otro hecho que generó réditos. Él llegó por una enfermedad cardiovascular. La lojana Judith Ojeda conversó y atendió al artista en el único bar que había en el pueblo en 1970. ‘Cantinflas’ vivió en este valle entre septiembre y diciembre de ese año.

Ahora empresarios y jubilados de empleados de empresas públicas y privadas de España, Canadá, Estados Unidos y Alemania llegan para radicarse.


Morocho dulce, un rico y nutritivo tentempié



Foto Layita.com
Lo había oído miles de veces desde que estoy aquí, pero jamás lo había probado, y ayer en la terminal terrestre de Loja recién llegando desde Catacocha paramos en un puesto de empanadas que también ofrecía Morocho, una bebida espesa de leche con canela, especies dulces, pasas y la propia variedad del maíz llamada morocho.

Mi primera impresión al tomarlo bien caliente fue la del sabor a “arroz con leche”, pues más o menos es la misma receta, pero cambiando el arroz por el maíz morocho. También me recordó a la “leche merengada” que tomaba siempre bien fría en los veranos abrasadores de mi añorada Murcia, por lo que ya vamos a hacerlo nosotros y lo meteremos de una a la refrigeradora. Bien frío también tiene que estar exquisito.

Como comida típica ecuatoriana el morocho se encuentra en infinidad de puestos callejeros por todo el país, casi siempre bien acompañado por una empanada de queso o cualquier clase de pan dulce. Desde bien caliente como es tradicional, a bien fresquito, se sirve también como postre si no lo ciernes (colarlo), dado que el espesor que le da la variedad del maíz morocho sirve para comerlo con cuchara.




Os dejo la receta de Layita por si alguien gusta de hacerlo, os garantizo que está para chuparse los dedos.

Ingredientes
14 onzas de maíz morocho partido o maíz blanco trillado, alrededor de 2 tazas
6 tazas de agua para remojar
8 tazas o 2 litros de leche
3 a 4 ramas de canela
 ¼ - ½ taza de azúcar o panela rallada, ajustar al gusto
 ½ taza de pasas, opcional
Canela molida para decorar
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         Preparación
Durante la noche deje el maíz morocho en remojo con las 6 tazas de agua.
Ponga el morocho partido y las 8 tazas de leche en una olla. Cocine a fuego lento hasta que el maíz este blando y tierno, alrededor de 3 horas. Remueva de vez en cuando para evitar que el maíz se pegue al fondo de la olla. Revuelva más frecuentemente durante los últimos 30 minutos.
Añada el azúcar y las pasas. Cocine durante unos 15-30 minutos mas, revolviendo con frecuencia.
Sirva el morocho caliente y espolvoreado con la canela molida.


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