Las celebraciones ancestrales de Navidad en Saraguro




La Navidad tiene una importancia especial en la provincia de Loja (Sierra sur de Ecuador), sobre todo en el área ocupada mayoritariamente por el pueblo Saraguro, uno de los cinco grupos étnicos ecuatorianos de habla quechua. Se trata de una fusión entre la fiesta del calendario cristiano y el antiguo Cápac Raymi (Qhapaq Raymi) andino, la celebración del solsticio de verano austral que, en tiempos del Tawantinsuyu, incluía determinados rituales y que aún hoy suele coincidir con el periodo de siembra del maíz.

La Navidad de los Saraguro se caracteriza por la procesión de la figura del Niño Jesús de la iglesia parroquial a la casa del organizador de la fiesta (el marcantaita) y de allí de vuelta al templo; tal procesión se ve aderezada por el desfile de característicos personajes disfrazados. Todo ello se suma a las copiosas comidas y a los bailes con que la organización del festejo agasaja a todos sus vecinos y visitantes.

Las actividades son coordinadas por el párroco y por el síndico, una persona muy respetada dentro de la comunidad. El síndico es el que elegía (hoy lo hace el párroco directamente) y el que guía al marcantaita, un personaje de buena posición económica, que asume todos los gastos y las responsabilidades de la organización (su esposa pasa automáticamente a ser marcanmama). Éste aprovechará todos los recursos a su alcance, incluyendo los tradicionales sistemas andinos de retribución de obsequios y favores que permiten a una persona disponer de una red (a veces, bastante importante) de personas dispuestas o comprometidas a ayudarla.

El marcantaita se entera de su designación con un año de antelación, de boca del párroco y durante la Misa del Gallo: tendrá el enorme honor de "amarcar" al Niño Jesús, tenerlo en su casa. Una de las primeras acciones del marcantaita es elegir a los seis guioneros o guiadores que lo ayudarán a lo largo de todo el proceso, así como al músico principal o primero (un violinista) y al segundo que lo acompañe al bombo.

El músico principal, a su vez, elige a los huahuas o juguetes, los bailarines disfrazados que protagonizarán los desfiles, y ensaya con ellos, enseñándoles los pasos y las coreografías. Tres semanas antes de Navidad, el marcantaita y sus guiadores realizan el chaquiricuna (del quechua chaki rikuna, "ver los pies"): visitan la casa del músico con algunas obligaciones (obsequios) para presenciar los ensayos. Días antes de la fiesta, son el músico y los juguetes los que visitan la casa del marcantaita para ser nuevamente obsequiados y mostrar los resultados finales de su trabajo. Ese es el chaquiricuchina (del quechua chaki rikuchina, "mostrar los pies").

La marcanmama, por su parte, pide ayuda a una cocinera para gestionar la enorme cantidad de comidas
que deberán prepararse y servirse, mientras que el marcantaita reúne gente (mediante el antiguo sistema de ayuda recíproca de la minga) para cortar y acarrear leña para cocinar. La fiesta arranca el día 22 de diciembre con la huacra llushtina (del quechua waqra llust'ina, "desuello del ganado"): la matanza y el desuello de las reses que serán consumidas durante el festejo. Además, ese día se alzan castillos (palos/troncos altos, con regalos en la punta) frente a la casa del marcantaita; el número de castillos hablará del prestigio y el poder económico y social del individuo.




El día 23 se realiza el cullqui juntana (del quechua/castellano qullqi juntana, "juntar dinero"): los asistentes a las fiestas contribuyen con dinero a voluntad, y reciben atenciones proporcionales a sus donativos. Por otra parte, por la tarde la efigie del Niño Jesús es llevada en procesión desde la iglesia a la casa del marcantaita, en donde se bailará y se compartirá abundante chicha de jora y un plato especial conocido como uchu mate (una fuente grande con arroz o papas, cuy o pollo asado, pan y queso).
El día 24, la efigie del Niño Jesús vuelve a la iglesia para la misa de Nochebuena. Mientras tanto, se acercan vecinos de otras comunidades a la casa del marcantaita para recibir miel y sopa. Es característica la miel de panela (melaza de caña), repartida con pan y quesillo. A la vez, las mujeres de los juguetes llevan obligaciones (tradicionalmente, ocho huevos duros) a los marcantaitas.

El día 25 se baila frente a la iglesia, y continúa la fiesta y las visitas de vecinos y familiares, quienes son atendidos con comida y bebida. Allí se acaba la fiesta pública. Al día siguiente, 26 de diciembre, la celebración es privada. El marcantaita y sus ayudantes, sus familiares y amigos, los músicos y los juguetes realizan el cunzhu: se reparten los castillos y se consumen y reparten todos los restos de comida.

Quizás los personajes más atractivos y mejor conocidos de la Navidad Saraguro sean los huahuas o juguetes: bailarines disfrazados, de ambos sexos y todas las edades. Son los ajas, los huiquis, los animales y sus paileros, y los sarahuis.
Los ajas o diablicos exhiben una larga y característica cabellera de musgos secos sujeta a un par de cuernos de venado previamente atados a un sombrero. Llevan además una máscara de piel de oveja o de tela, y un látigo. Los wikis (huiquis) o monos llevan un traje multicolor, una máscara de tela y un muñequito que los representa en la mano, y son personajes pícaros. Los animales son el oso y el león, cada uno con su disfraz (a veces realizados con pieles de oveja); sus correspondientes paileros son personajes vestidos como un mestizo, con máscaras con nariz muy larga, sombrero de paja y un tamborcito con el que hacen bailar a sus respectivos animales.

Finalmente, los sarahuis llevan trajes de colores vivos; las mujeres (huarmi sarahuis) visten pollera azul, muchos pañuelos, varios collares y un tocado de cintas y adornos muy elaborado, llamado balaca (es el traje que se usa, con ligeras modificaciones, para el matrimonio); los varones (cari sarahui) pueden ir portando un gigante (una estructura que imita a una figura humana) o vestidos de jíbaros, con pantalones rojos, caretas y guirnaldas de plumas.

La fiesta de Navidad es complementada, días más tarde, con la Fiesta de los Tres Reyes, durante la cual se realiza otro desfile con personajes similares.

Fuente: Tierra de Vientos (Num. 17) - Edgardo Civallero



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Vertientes de Landapo, ¿agua para todos?

Arquitectura de 32 iglesias de Loja en un video turístico




Iglesia de San Sebastian, Loja
Las tradicionales calles de esta ciudad, su cultura y la arquitectura reflejada en las fachadas de las iglesias urbanas son parte del video de 20 minutos del docente Telmo Piedra, que pretende rescatar y promocionar la identidad de esta urbe.

En la producción audiovisual, que se presentó oficialmente la noche del lunes, se muestran a 32 iglesias, entre capillas y santuarios. Su autor dice que la investigación para este trabajo le tomó dos años. De ahí recién pudo plasmarlo en formato digital. Hay fotos y videos cortos, en los que se narra lo que se aprecia y su importancia.

“Queremos que venga el turista a conocer la historia de las iglesias y otros sitios por dentro, que no los hemos dado a conocer. El turista tiene que venir y conocer el interior, ya que ahí está guardado el pasado y la historia de nuestros ancestros”, expresa Piedra, quien también incursionó en el basket, donde ganó un campeonato nacional.



Ahora, el video se distribuirá en memorias flash y en DVD. Con esta propuesta, el autor aspira a seducir a potenciales turistas. Para la realización de la pieza visual, Piedra asegura que tuvo la colaboración de la empresa privada. Este producto turístico se repartirá también de manera gratuita en el país y en el extranjero, a entidades que deseen reproducirlo.

Piedra tiene 60 años. Su fuerte en la docencia es la Física. Trabajó en los colegios Bernardo Valdivieso y Daniel Álvarez Burneo. De ahí se jubiló.


Canelazo, una bebida festiva para combatir el frío



Aprovechando que acabamos de pasar las fiestas de junio os hablo de una bebida tradicional de la zona andina de Colombia, Ecuador y parte norte de Perú (Ayabaca). El canelazo se presenta como una de las bebidas festivas más tradicionales para combatir el frío andino (aunque aquí no es muy duro, apenas unos 12º como mínima), sirviéndose bien caliente en cualquier fiesta o celebración con mas o menos trago, según el gusto.

La bebida se pierde en sus orígenes, no hay estudios que confirmen de donde procede exactamente o quien lo inventó. Lo cierto es que su exquisito sabor a canela, junto con el jugo de naranjilla, el aguardiente (licor de punta en nuestro caso) y aderezado con panela ofrece una riquísima bebida que ha permanecido en el tiempo en toda la meseta noroccidental de los andes durante siglos.

La confección del canelazo es muy variada según la zona o el gusto, pero como esencial se atisba el jugo de naranjilla (incluso el de limón), las cascaras de canela, el aguardiente (siempre artesanal, según la variedad del lugar) y la panela o el azúcar.

Os dejamos una receta de las miles que hay para realizar esta bebida que consigue sacar el frío en las gélidas noches de diciembre y que componen otra de las tradiciones tangibles de la rica cultura rural y patrimonial andina.



Ingredientes
- 6 tazas de agua
- 8 palitos (cascaras) de canela
- 2 tazas de jugo de naranjilla
- 1 taza de azúcar o panela rallada
- Aguardiente al gusto

Preparación

Combine todos los ingredientes, excepto el aguardiente, en una olla mediana.
Hierva y luego reduzca el fuego con la olla tapada, durante 30 o 40 minutos.
Finalmente mezcle con el aguardiente y sirva caliente.

Recuerde que la receta es muy versátil y toma casi cualquier tipo de variaciones según su gusto.



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Rincones con encanto: Tacoranga, recursos rurales sin explotar.



Centro poblacional de Tacoranga
Con las primeras luces del día Marianita Toledo nos recogía para acompañarle a su reparto anual de víveres llegados de Guayaquil.

Hacia el oeste de la ciudad de Catacocha pusimos rumbo, para contemplar uno de los paisajes de bosque seco más impactantes que nos introducía en el interior andino, en pleno corazón rural de una de las aldeas más reconocidas por su cerámica artesanal.

Entre el frondoso bosque seco que abraza la estrecha vía que nos conducía se contempla la imagen idílica de Suipirá, coronada por su iglesia que destaca entre la escasa población recogida por la abundante vegetación existente, a pesar de estar aún en época seca. Sobre 45 minutos de vía deficiente utilizamos en llegar a nuestro destino, no sin apreciar antes Landanuma, que descansa como aldea fantasma pese a estar poblada por unas cuantas familias entregadas a la agricultura y al criadero de aves de corral para un precario sustento.

Panorámica de Suipirá
La escuela Luis Fernando Bravo en lo que podríamos decir el centro poblacional, nos recibe con sus 134 alumnos, algo sorprendente dada la poca aglomeración de casas (la mayoría de adobe y teja) alrededor de la misma y de la iglesia que adelanta la visión de la propia escuela.

Tacoranga, según nos explican nuestros anfitriones, dos de los catorce profesores con la que cuenta la escuela, comprende una vasta extensión donde la población surge muy dispersa y a una seria distancia del centro educativo, en la que algunos alumnos deben caminar durante 2 horas antes de comenzar las clases para asistir a ellas. Clases que cubren hasta el 10ª nivel de educación, aunque nos informan que ya está solicitada la ampliación para poder cursar bachiller, para así no contribuir al despoblamiento de la localidad o peor, que los niños dejen de estudiar a tan temprana edad.




Gran porcentaje de probeza
Gran porcentaje de pobreza extrema se observa en la ciudadanía (algo llamativo comprobando las riquezas turísticas naturales que se poseen) donde el sustento básico comprende el maíz de temporada, la criadera de porcino y aves, así como el ganado bovino, los cuales se comercializan en poca cantidad en la feria dominical de la cabecera cantonal, a 5 horas caminando o en burro.

Destacar el proyecto de nuevas fuentes económicas con la exposición para su comercialización de Palo Santo aromatizante y para elaborar remedio antirreumático macerándolo con licor de punta, que la escuela realiza.

Quedamos pendientes de una nueva visita para cerciorar la parte más conocida de Tacoranga, como es su cerámica, de la que tanto nos han hablado, pero que hoy no hubo oportunidad.



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Qhapaq Ñan: Camino Inca

3 de diciembre. Reivindicación de los derechos de Paltas



Ya llegan las próximas festividades de la "Revindicación de los derechos de Paltas" y no todos sabemos la historia y el porqué de esta fiesta. Os transcribo una pequeña reseña tomada de la Revista Taita Cocha, edición Junio 2011, resumen basado en "Patria Chica" del autor Galo Salvador Rojas, donde explica los motivos de la gran celebración del 3 de diciembre en Paltas.

La carretera “Las Chinchas – Catacocha” se hizo realidad gracias a la muy ecuatoriana costumbre de las “mingas”. Las generaciones de ayer junto a Manuel Vivanco, consiguieron del Supremo Gobierno el Decreto de que la Panamericana, pase por nuestra ciudad y continúe hacia el Sur hasta llegar a Macará.

El Director de los trabajos, con los fondos asignados para la obra, logró adquirir dos tractores. De esta forma la carretera lentamente iba avanzando.

De pronto llega la resolución del Supremo Gobierno, quien pretendió truncar la esperanza de los paltenses, pero no pudo, ni aún valiéndose de la fuerza. 
La misma consistía en retirar las dos máquinas motorizadas que con su sordo retumbar, se abrían brecha a través de la abrupta topografía. El pueblo dejo salir una máquina, confiado en que pronto regresaría, según lo habían prometido; pero, su rebeldía y coraje no tuvieron límites, cuando los poderes centrales, en vez de regresar la referida máquina, disponían el inmediato retiro de la otra.




El pueblo se puso en pie de protesta: hombres, mujeres, ancianos y niños se levantaron uniendo fuerzas y voluntades, no dejaron ni dejarán nunca, ultrajar sus sacrosantos derechos.

El monseñor Armijos, resolvió hacer guardia frente a la unidad mecánica estacionada en la Plaza Central. Amanecía el 3 de Diciembre de 1953. Protegidos por las sombras de la noche un pelotón de soldados, habrían atravesado las puertas de la ciudad para llevarse por la fuerza el tractor.

Desde la torre de la iglesia Matriz un centinela los ha visto y toca apresuradamente las campanas llamando al pueblo. Los soldados se desconciertan, pero al fin ingresan; los guardias del tractor son tomados prisioneros, dos logran escapar y cruzan apresuradamente las calles despertando al pueblo. El padre Armijos arriesgando su vida se pone a la cabeza del pueblo y dirige la defensa.

El pueblo se vuelca impetuoso, resuelto a luchar y a vencer; no le atemorizan ni los gases asfixiantes, ni las amenazas ni la muerte. ¿Y la mujer? La mujer que siempre ha desempeñado un papel preponderante en la vida de los pueblos, tenía que surgir.

Es doña Laura Piedra de Tandazo, quien con valentía desarma a un soldado y lo pone fuera de combate. Ante esa acción heroica, los paltenses enardecidos, en avalancha singular, al grito de “Los tractores no saldrán” y cantando el Himno de la Patria, detuvieron a la máquina en el lugar donde hoy se levanta el obelisco recordatorio.



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