Ya llegan las próximas festividades de la "Revindicación de los derechos de Paltas" y no todos sabemos la historia y el porqué de esta fiesta. Os transcribo una pequeña reseña tomada de la Revista Taita Cocha, edición Junio 2011, resumen basado en "Patria Chica" del autor Galo Salvador Rojas, donde explica los motivos de la gran celebración del 3 de diciembre en Paltas.
La carretera “Las Chinchas – Catacocha” se hizo realidad gracias a la muy ecuatoriana costumbre de las “mingas”. Las generaciones de ayer junto a Manuel Vivanco, consiguieron del Supremo Gobierno el Decreto de que la Panamericana, pase por nuestra ciudad y continúe hacia el Sur hasta llegar a Macará.
El Director de los trabajos, con los fondos asignados para la obra, logró adquirir dos tractores. De esta forma la carretera lentamente iba avanzando.
De pronto llega la resolución del Supremo Gobierno, quien pretendió truncar la esperanza de los paltenses, pero no pudo, ni aún valiéndose de la fuerza.
La misma consistía en retirar las dos máquinas motorizadas que con su sordo retumbar, se abrían brecha a través de la abrupta topografía. El pueblo dejo salir una máquina, confiado en que pronto regresaría, según lo habían prometido; pero, su rebeldía y coraje no tuvieron límites, cuando los poderes centrales, en vez de regresar la referida máquina, disponían el inmediato retiro de la otra.
El pueblo se puso en pie de protesta: hombres, mujeres, ancianos y niños se levantaron uniendo fuerzas y voluntades, no dejaron ni dejarán nunca, ultrajar sus sacrosantos derechos.
El monseñor Armijos, resolvió hacer guardia frente a la unidad mecánica estacionada en la Plaza Central. Amanecía el 3 de Diciembre de 1953. Protegidos por las sombras de la noche un pelotón de soldados, habrían atravesado las puertas de la ciudad para llevarse por la fuerza el tractor.
Desde la torre de la iglesia Matriz un centinela los ha visto y toca apresuradamente las campanas llamando al pueblo. Los soldados se desconciertan, pero al fin ingresan; los guardias del tractor son tomados prisioneros, dos logran escapar y cruzan apresuradamente las calles despertando al pueblo. El padre Armijos arriesgando su vida se pone a la cabeza del pueblo y dirige la defensa.
El pueblo se vuelca impetuoso, resuelto a luchar y a vencer; no le atemorizan ni los gases asfixiantes, ni las amenazas ni la muerte. ¿Y la mujer? La mujer que siempre ha desempeñado un papel preponderante en la vida de los pueblos, tenía que surgir.
Es doña Laura Piedra de Tandazo, quien con valentía desarma a un soldado y lo pone fuera de combate. Ante esa acción heroica, los paltenses enardecidos, en avalancha singular, al grito de “Los tractores no saldrán” y cantando el Himno de la Patria, detuvieron a la máquina en el lugar donde hoy se levanta el obelisco recordatorio.
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