¡Llegó la hora de la partida!, y pensaba ponerme triste, ¿pero como ponerme triste habiendo vivido una experiencia tan fabulosa en este paraíso?.
Triste quizás, por dejar atrás familia y amigos que durante los casi seis años de mi estancia me han hecho sentirme en casa, en mi segunda casa y de los cuales disfrutaré estos últimos diez días que me quedan en el paraíso. Pero a los que nos gustan los cambios drásticos periódicamente, vivir nuevas experiencias nos apasiona y nos hace sentir vivos, aunque asustados de volver a empezar. Pura adrenalina para seguir viviendo.
Siempre podré decir que soy orgullosamente paltense, a pesar de no haber nacido aquí, de querer este terruño como propio porque así lo siento, pues he disfrutado con sus beneficios y he sufrido con sus injusticias, puntualmente plasmadas en este humilde blog que tantas alegrías me ha dado y me las sigue proporcionando.
A propósito de esto último tengo que deciros que esta pequeña ventana al mundo desde Catacocha no se cierra, seguiré aportando pequeños artículos regularmente, pues el material que me llevo es abundante y aún quedan muchos temas de los cuales escribir para que se conozcan en lugares donde nunca se oye hablar del idílico y rural sur ecuatoriano, tan desconocido y olvidado que es una asignatura pendiente que me queda. Contribuir a promocionarlo, en la medida de mis posibilidades, para que algún día sea destino turístico y así mejore la calidad de vida de la zona.