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San Vicente del Río, aislado en un mar de ruralidad



Entrada a San Vicente del Río

18 kms recorrimos por un completo paraíso natural. San Vicente del Río, barrio de Catacocha en la provincia de Loja resultó ser mucho mas de lo que esperaba, aparte de las reminiscencias sefardíes de gran parte de sus habitantes que me tiene enamorado.
De nuevo con el club Ruta de los Cerros emprendimos una caminata larga, pero muy llevadera, por la zona este de la cabecera cantonal, rodeando la ladera oriental del Pisaca.

Entrando por el barrio El Progreso de la ciudad y tomando la vía de tercera categoría con dirección a San Vicente del Río se completan tres horas y media contemplando la espesura actual del bosque seco, presidido por el omnipresente faique, salpicado por vainillos y en menor medida por los gigantes ceibos.
Atajando por el camino antiguo "campo a través", convertido en quebrada, la variedad de la flora que se observa es abrumadora por las fechas de invierno que da sus últimos coletazos.

La pintoresca vivienda de Artidoro Cabrera
Dejando atrás las entradas a los barrios de San Lorenzo y San Jose, Ramal y Santa Getrudes y Vega del Carmen continuamos por el admirable bosque seco, laderas repletas de maíz y camino de tierra... una delicia de paseo convertido en paraíso para el turismo rural y los amantes del senderismo que recorren este paraje de los Andes bajos ecuatorianos, de los pocos lugares que mantienen su autenticidad rural, gracias también a la desinformación que existe sobre esta zona.

Lo primero que llama la atención nada mas visionar por primera vez San Vicente desde lo alto, en las primeras vistas desde el camino que llega a él, es la sobriedad de sus tejados de teja cocida, mantenida en al menos un 95% de las construcciones que inundan el pueblo. Unas construcciones con un patrón fijo: el corredor interior o trasero de la arquitectura colonial.




Una de esas, quizás la mas pintoresca, nos recibe nada mas entrar al centro poblacional con su fachada pintada de mil colores y motivos por su dueño don Artidoro Cabrera, lo que la convierte en un lugar de obligada parada para fotografiar y admirar antes de proseguir a la casa de doña Melva Arias, nuestra anfitriona de almuerzo, la cual nos obsequió con un exquisito seco de gallina criolla del que aún tengo el exquisito sabor en la boca.

Puente sobre el Río Catamayo que
sirve de límite entre Paltas y Gonzanamá
La bajada hacia el río Catamayo desde el centro del pueblo se hace en una hora aproximadamente, todo cuesta abajo hasta llegar al punto limítrofe del cantón Paltas con el cantón Gonzanamá, lugar convertido en playa según baje el río y así sea su cauce.
Tuvimos suerte, aunque el caudal era bastante abundante y los rápidos de agua que se forman resulten peligrosos para el baño, la playa de piedra y tierra resultante hizo un espacio idílico para el descanso y la recuperación de fuerzas integrado en un paisaje que era muy difícil dejar de admirar.

Si quieres ver mas fotos de esta maravillosa caminata entra al álbum de nuestra web de Facebook.



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