Procesiones nocturnas y caballos alados. Mitos y leyendas de los Andes bajos ecuatorianos



Sigo recibiendo testimonios de leyendas y mitologías de la zona, y tengo que decir que cada vez me parecen mas fascinantes, sobre todo por la semejanza mitológica con algunas que ya conozco de la "la otra parte del mundo". Esta en concreto que os voy a transcribir me sorprendió por la comparativa que hice automáticamente con la  "Santa Compaña" que es tradicional por la zona norte española.

Y es que conforme me la relataban las semejanzas me pusieron en alerta, aún más constatando que la informante no había oído hablar jamas de la mitología gallega de "la procesión de la muerte", tan difundida en la península ibérica.

Jura y prejura la informante que por desgracia no fue sueño, sino una realidad que experimentó conscientemente y tan claro que aún se estremece al recordarlo (doy fe de esto último, pues su semblante cambió mientras lo relataba).
Cual fue mi sorpresa que al pretender constatar dicho relato me encontré con varias personas que experimentaron algo muy parecido, siempre por la misma localización y por supuesto a la misma hora. Exactamente a la medianoche concurren la mayoría de experiencias "extrañas" que he escuchado.

La actual Catacocha se asienta en lo que era la antigua laguna que dio su nombre, concretamente en la convergencia de la Escuela Domingo Celi y sus calles que la rodean de Manuel Celi, Domingo Celi junto con la vía donde reside el monumento al Indio Palta, nombrada como calle Manuel Vivanco, lo que da a la zona, según los propios habitantes, unas propiedades extrañas proveedora de casos y situaciones muy raras e imposibles de explicar.




"Sin ningún tipo de aviso previo, unos tremendos golpes aporreaban mi puerta, eran como unos cascos de caballo que hacían retumbar toda la casa de una forma rabiosa, ¿la hora?, las 12 en punto de la noche, eso fue lo que mas me asustó, no los golpes en sí.", la informante comienza su relato abriendo los ojos exageradamente intentando no sucumbir al miedo del recuerdo.

"Paralizada por el terror sólo se me ocurrió orar esperando que los golpes pasaran, lo que sucedió en un impas de tiempo que me pareció eterno, y comencé a oír como el caballo trotaba furioso de un lado para otro de la calle Manuel Celi. El ruido de sus cascos en la vía era ensordecedor y amenazante. Lógicamente jamás me atreví a moverme del lugar donde me asenté, me hubiese gustado comprobar y verlo, pero el miedo me impedía mover cualquier musculo de mi cuerpo a pesar de estar al lado de la ventana."

"Cuando el silencio se hizo por fin pude oír "claritico" como el batir de unas enormes alas rompía la calma,  lo extraño es que asumí la marcha del caballo alado como un signo de tranquilidad y me relajé como si todo fuese algo normal, sin saber que acto seguido se empezaba a oír por la calle Manuel Vivanco, a la altura de donde pasa el Indio Palta, una procesión que se dirigía hacia la plaza central con rezos que me proporcionaron un paz extraña. Se oía muy concurrida dicha procesión, lo que me hizo pensar que era un antiguo ritual de entierro de gente que provenía del campo, sin caer en ese momento de lo avanzado de la hora y olvidando la terrible experiencia que acababa de pasar.
La curiosidad de saber lo que era me hizo levantar y asomarme, no sin precaución, para ver el cortejo, pero desde mi posición solo pude apreciar como ya iba avanzada hacia el parque central por el reflejo de la luz de las antorchas y velas."

"Miré el reloj en ese momento, eran las 12 en punto de la noche, no había pasado ni un sólo minuto desde que lo vi cuando aporreaban la puerta. Para mí pasó una larga eternidad y fue justo cuando no comprendí nada de lo que había pasado. Obviamente, el miedo volvió a invadirme en una noche que no pude dormir."




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6 comentarios:

  1. Es curioso, alguna vez escuche un relato similar cuando estuve en una comunidad de Arequipa en Peru.

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    1. Contrastando la historia me llevé una gran sorpresa al comprobar que mucha gente me contaba historias muy parecidas.

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  2. Hasta principios del siglo veinte en Cangonamá y Lauro Guerrero, se realizaba la procesión de "Las almas benditas del purgatorio". Este acto nocturno estaba acompañado `con la Santísima Virgen del Carmen, patrona de estas "almas". Según me han contado, delante de las almas caminaban los "animeros", portando campanas que no paraban de sonar. Los animeros representaban al Ángel de la Transición, que era el ser celestial que recibía a los fallecidos para conducirlos a la presencia de Dios, sacaba almas del purgatorio y auxiliaba en los cambios drásticos, en la vida de los vivos. Cuando una persona fallecía el Ángel lo recibía en su regazo y lo cargaba en brazos para subirlo al caballo alado y llevarlo ante la presencia de Dios.

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    1. Muy interesante lo que cuenta. Muchas gracias por la información.

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  3. What was my surprise that when trying to verify this story, I met several people who experienced something very similar, always in one place and, of course, at the same time.

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