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- Opoluca y La Merced. Caminarlos en inverno es un verdadero placer
- ¡Prueba esto que te va a encantar! Mi acompañante sabía de mi debilidad por el dulce.
Ni corto ni perezoso agarré lo que me pareció un "tamal" con la duda de si aguantaría tanta masa de maíz de nuevo. Mi estomago, aunque llevo mucho tiempo en el Ecuador, no se acostumbra a algo tan pesado para él como un tamal relleno de carne, me es casi imposible terminarme uno solo, por muy bueno que me parezca.
Pero no, el quimbolito tiene la misma apariencia, pero nada que ver con el sabor y la pesadez. Si bien la base también es de harina de maíz, es mucho mas ligero y el toque dulce es apasionantemente adictivo, al menos para mí.
Uno, dos, tres... cuatro cayeron de una sola "sentada". La pícara sonrisa del morenito que regentaba el puesto de dulces en la última feria de Catacocha daba a entender que estaba haciendo el agosto conmigo esa tarde.
- ¿Otro quimbolito "flaco"? (Lo de que me llamen flaco me gusta. Es muy normal que te llamen por tus rasgos. Chino, negro, gordo, churon, etc)
- Te acepto uno más. Pero no vuelvas a ofrecerme mas que me conozco y no quiero explotar.
Masa de maíz con mantequilla, leche, jugo de naranja, huevos, azúcar y un toque de esencia de vainilla. Se le insertan uvas pasas a esa masa y enrollada en hoja de achira (una planta parecida a plataneras pero mas pequeñas) se cocinan al vapor durante unos treinta minutos. Los ingredientes, por lo que vi en diferentes puestos, varían según el gusto. El último que probé llevaba chocolate en la masa, delicioso.
Menos mal que no se cocinar ni me gusta... No pararía de hacerme semejante manjar todas las tardes para merendar.
De la extensa e impresionante gastronomía ecuatoriana me quedo con los deliciosos QUIMBOLITOS. Una razón mas para disfrutar.
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