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Cualquier lugar se puede convertir en una cancha donde los fines de semana ruedan apuestas, trago y convivencia. Una vía que no se transita, un descampado, una cancha abandonada, un parque... y es que el ecuavoley se convierte en un acto social repleto de pasiones cuando por medio entran las apuestas y las rivalidades.
No hay datos ni versiones exactas de cuando surgió este deporte, que está extendido por todo el país, pero todo apunta a que nació en el convento franciscano ubicado en el corazón del centro colonial de Quito, según datos del padre investigador John Castro, párroco y director del Museo del Convento de San Diego, el cual apunta que los hermanos, despues de sus quehaceres diarios de oración jugaban con dos postes y una soga de cabuya tendida entre ellos, donde así la pelota pudiese sobrepasarla. Un entretenimiento donde no había vencedores ni vencidos, jugaban hasta caer rendidos.