Ceibo, un gigante en el bosque seco



Ceibo adulto en San Antonio de Paltas
Disperso por todo Paltas lo vemos diariamente, los gigantes que nos ayudan a controlar el agua en época seca nos saludan una y mil veces sin dejarlo abrazar, no lo abarcamos, sus proporciones lo hacen presidir el bosque seco de una forma majestuosa.
El ceibo es un árbol típico del bosque seco tropical, que en Ecuador se encuentra distribuido principalmente entre Manabí, Santa Elena, Guayas, El Oro y Loja. Dentro del bosque seco crece este gigante para mantener fijo ese suelo con sus enormes y fuertes raíces tablares (las principales sobresalen del suelo) y ayudar a la estabilización y control de la erosión de la tierra. Mientras, si se encuentra cerca de fuentes de agua, ayuda al mantenimiento y regulación del ciclo hidrológico, porque al almacenar líquido en su tronco en época de lluvias y filtrarla al suelo en etapa de sequía, conserva activo al suelo.
Pero para ser tan grande y fuerte, un proceso que le puede tomar hasta 100 años, debe protegerse. Lo hace desde pequeño. Uno de los principales mecanismos de protección que le permite al ceibo alcanzar su madurez es que en su estado juvenil, en la cuarta parte de los cerca de 150 años de vida que tiene, su tronco está totalmente cubierto de fuertes espinas cónicas, cortas o gruesas. Lo hace porque al ser un árbol que retiene mucho líquido en su tronco, su madera es blanda, pero lo suficientemente fuerte para protegerse de los roedores que intentan rasgar su corteza. Con estas espinas evita que lo dañen en su proceso de crecimiento, para poder acoger las madrigueras de diferentes mamíferos, años después.


Flor del Ceibo
Con el tiempo, su tronco se ensancha en la mitad, parte que se convierte en casa de murciélagos frugívoros (que se alimentan de frutos), pero continúa su ascenso con su diámetro promedio, hasta que empiezan las ramas, en invierno cubiertas por abundantes hojas, grandes flores color rojo púrpura de aspecto aterciopelado y pétalos blancos que pueden llegar a rosadoLas ramas con formas diversas sirven de hogar a especies de aves, especialmente de las colembas, que tejen sus nidos colgantes en los extremos de las más altas para mantenerse alejadas de sus depredadores y ver nacer a sus crías.
Su fruto es una cápsula de color café oscuro, colgante, de donde brotan las semillas, que después son dispersadas por el viento. Lo que no se lleva la brisa es una especie de lana que nace entre las ramas y que suele ser recolectada para rellenar almohadas, generalmente, pero no se usa para tejidos, por ser de corta extensión.
Llega mayo y ese viento que dispersó sus semillas ahora se lleva sus hojas. El gigante decide desnudarse para ahorrar energía. El ceibo es una de las pocas especies que realiza su proceso de fotosíntesis (convierte la energía luminosa en química) desde su tronco. El color verde de todas sus extremidades se lo permiten. Almacena agua y energía en cada centímetro de su corteza y deja ir sus hojas para mantenerse con vida hasta las próximas lluvias.



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