Otra de las cosas que me sorprenden de estar tanto tiempo en una cultura y un lugar diferente al mío es lo asimilado que tengo el oído para los nombres, tanto en ellos en sí como en su composición, al igual que los diferentes apellidos a los que estaba acostumbrado a escuchar.
Y es que aunque igualmente derivados del castellano, la composición de los nombres pueden ser casi imposibles para mi oído, sobre todo al principio.
La regla de los dos nombres se mantiene en Ecuador al igual que en la mayoría de latinoamerica, aunque sean nombres no tan comunes para mi.