Opoluca y La Merced. Caminarlos en inverno es un verdadero placer



Panorámica del Valle de Casanga
Han sido ya muchas las caminatas que hemos realizado desde agosto del año pasado que comenzamos con ellas, pero caminar en invierno en esta zona no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo y experimentarlo. El olor, el color, el ambiente, el espíritu…

Siguiendo con las rutas cercanas a Catacocha iniciamos desde el Parque Central la aventura hacia Rancho Grande, barriada aledaña al centro poblacional con unas vistas apabullantes del valle de Playas y Casanga. Por su camino de herradura, que baja toda la ladera norte de la falla donde se asienta la ciudad cabecera cantonal, la vegetación explota en una variedad tremenda, dominando los “chachacumos” y los “sorogangos”, propietarios de una madera eterna que es la más utilizada para los cercos delimitadores de terreno, así como el “arrayan” , del cual su hoja se utiliza para la “colada morada” en fechas de día de difuntos.

La biodiversidad de la zona es única

Después de un camino con una pendiente de bajada considerable desembocamos en la barriada de El Purón, punto intermedio hasta las pequeñas pampas empedradas de Opoluca, que lucían un verde invernal lustroso y bello, engalanando el camino por donde recientemente la tradicional romería entre Yamana y Catacocha hizo su paso.


Las misteriosas piedras con canaletas de Opoluca, repletas de enigmáticas formas (una de ellas con la perspectiva correcta se asemeja completamente a una tortuga) nos recibieron en el final de la ladera donde el gran ceibo centenario surge como guardián del lugar, encubriendo un secreto que me tiene con las “orejas de punta” intentando investigar y saber más sobre ellas, cosa difícil por la escasa información que de estos lares existe por historiadores e investigadores, una pena.




Dirección este, desde las pampas empedradas y camino hacia La Merced, barriada de la propia Opoluca, de las más extensas de todo el cantón.
El almuerzo, de lo mejor del día
Una primera quebrada con apenas agua y una segunda repleta, lo que demuestra que no se alimentan de la misma fuente cruzamos antes de llegar a nuestro destino, una finca en medio de un extenso terreno inundado de faiques, donde reside la molienda de nuestro contacto en la zona que nos esperaba con unos excelentes aguacates de propia cosecha y una sopa de repe lojano que le levantaba el ánimo a un muerto.

Si quieres ver mas fotos de la última caminata que realizamos entra al álbum de facebook





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