Un día de recolectar maíz en Chaguarpamba



Al subir a Facebook la foto que hice recientemente en Zapotepamba de que ya llegaba la época de recogida del maíz me invitaron a vivir una "in situ" en Yaguachi, una pequeña aldea perteneciente a Chaguarpamba a tan sólo una hora y media aproximadamente de mi Catacocha del alma.
Obviamente ni me lo pensé y a las 5,00am ya estaba en la puerta de la casa esperando a que me recogiera la caravana de cuatro carros repletos de manos familiares heladas, pero dispuestas a calentarse con el trabajo, aunque antes había que recorrer la distancia hasta el destino en un balde de carro y a esas horas de la mañana, con el sol aún sin asomar, el frío no tiene compasión.




Un café ardiendo con pan dulce en Chaguarpamba disfrutando la fachada principal de su iglesia y de nuevo al balde para terminar el trayecto de unos 20 minutos hasta el destino de los maizales, una extensión en la ladera, repleta del verde de la planta del maíz que hacía imposible ver el final.
- Sólo vamos a recoger unos 30 sacos, en un par de horas estamos de vuelta. Don Tomás me avisaba de que la cosa sería rápida.


Cada uno por una fila, saco en mano -alforja en mi caso- y quebrando la planta para saber que esa ya está recogida. En apenas hora y media estaban los sacos repletos del "choclo" que mi anfitrión solicitaba. A la vuelta del maizal la señora Luchita ya tenía preparada en una hoguera la fritada para reponer fuerzas de las 20 bocas hambrientas y sedientas que la alta temperatura dejaba a su paso.

- ¿Fue demasiado rápido no? Pregunté a mi acompañante, sobrino del anfitrión.
- Sí, mi tío sólo quiere unos cuantos sacos para la familia y amigos. La semana que viene ya venimos a recoger durante todo el día. Hoy es mas un día de fiesta, como para ver como se organiza la verdadera recogida. Ahí si que se trabaja duro hasta que anochezca.

Los baldes de los carros cargados con el maíz no dejaban acomodarse bien a los pasajeros que nos inventamos mil y una manera de sujetarnos. El frío de la mañana desapareció y dejó una temperatura perfecta que hacía del viaje de vuelta una delicia, sobre todo contemplando el paisaje con Olmedo en el fondo del valle.

Al las 13,00 horas ya estábamos en nuestro punto de origen con una experiencia mas y agradeciendo la mañana tan amena que mis anfitriones me hicieron pasar, gracias por la invitación familia.






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Vicente Albán, integrante de la escuela de Quito, gran representante de la ilustración del siglo XVIII

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