Los abuelitos de Catacocha. Un patrimonio humano incalculable (II)



Seguimos con la serie de longevos en el cantón Paltas y acompañando a Robby Díaz de nuevo, visitamos a otras tres personas que sobrepasan la centena y otra que ronda la misma.

Tenemos que agradecer infinitamente a los familiares que nos facilitan estos contactos para ir a visitar y por supuesto la amabilidad con que nos reciben para poder hablar con ellos, lo que se convierte en un verdadero placer.

Una cuestión común en todas nuestras visitas es la consabida frase que siempre nos dicen como argumento de su longevidad; “este bendito clima que diosito nos regaló”.



ISABEL MARIA SARITAMA
Junio 1911
(103 años)


A apenas 40 mts de nuestra casa en Santa Marianita nos encontramos con Doña Isabel, una mujer nacida y criada en Ningomine, pero que hace unos ocho años que murió su segundo esposo se traslado con sus nietas para la cuidad.

Por una pequeña caída tiene que movilizarse en silla de ruedas y recibir los cuidados de su nieta Sara Saritama y nieta política Jeny Jiménez, lo que no le impide recordar mil y una anécdotas de su vida dedicada a la agricultura y cuidado de animales de lo cual se alimentó para llegar a edad tan avanzada.

5 hijos (2 de ellos ya fallecidos) y una cantidad de nietos, biznietos y tataranietos que no recuerda, gusta de ver el atardecer desde su ventana del dormitorio observando como el sol se esconde por detrás de la peña.


CARMEN MARÍA NOLE RIVERA
Enero 1915
(100 años)


Hasta hace dos años Doña Carmen viajaba sola a Quito en bus a visitar a sus hijos (14 nacimientos la contemplan, aunque a cuatro de ellos ha tenido que enterrar).

Nada más comenzar a hablar con ella denota una fuerte personalidad muy dicharachera y honesta, a las claras va de frente demostrándonos su poder de convicción adelantándose a cada pregunta. “Fui de las primeras que me paraba delante de mi marido, no me dejaba mangonear”, sus palabras sonaban a demostración de lo que le gusta mandar, pues según sus propias palabras “los trabajadores de nuestras tierras eran cosa mía”. Y es que esta mujer de armas tomar dirigía su propia hacienda en Opoluca, donde nació y creció hasta la muerte de su marido.

Actualmente vive en el Barrio Colinas del Calvario y su mayor receta para curarse de los males es ir a pelear con su hija Luchita de 80 años.

Sobrevivió a una gran caída desde un burro que le “rompió la cabeza”, a una corneada de un toro y a un marido “coñón” de puño muy cerrado por lo que “tengo mas vidas que un gato”.


ROSA VENTURA DÍAZ
Abril 1920
(95 años)


Casi llegando en la “Y” de Chapango la última de nuestras visitas nos recibe tomando sol en la puerta, recordándonos que acaba de cumplir los 95 años y que ella misma sigue haciendo de comer; “me gusta sentirme útil”.

Su parcial ceguera la lleva con humor y nos cuenta que hasta hace bien poco rezaba las letanías de la Virgen de los Dolores en latín. Su devoción hacia esta virgen la lleva a rezar diariamente para agradecer su extensa vida.

La mayoría del tiempo quiere estar sola, aunque sus nietos e hijos (7 tuvo) viven al lado y no permiten esa soledad.

Nacida y criada en Ningomine con valores que “ya no existen”, cuidó de sus tierras junto al marido que hace 20 años falleció, cosechando toda clase de grano para intercambiar en los mercados de las diferentes poblaciones donde iban caminando.
“Ya no se come como antes, todo era natural” nos dice para despedirse y dándonos una razón de su longevidad.



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